La Consola de Conchi

                                                 
Mi amiga Conchi llevaba un tiempo pensando en cambiar el aspecto de una consola esmaltada en dorado que decora su entrada y que imita a las consolas barrocas de pan de oro. La verdad que el mueble antes de ser transformado se conservaba bastante bien y el color era el adecuado a su época, pero ella quería darle un aire diferente, moderno, sin olvidarse del dorado. Así que nos pusimos manos a la obra y nos fuimos en busca de material. ¡Éste momento me encanta porque empieza la lluvia de ideas!

 

Al final nos decidimos por un color blanco para la consola y el espejo, sobre un fondo color garbanzo que ella tenía en mente para las paredes de su entrada.

Lo primero que hice fue limpiar el polvo de la mesa y observarla, para ver por donde empezar.  Decidimos conservar la pintura dorada, la lijamos levemente con lana de acero y empezamos a pintar con el blanco. En total hemos dado dos manos de pintura, porque la primera no cubría completamente el dorado. Estas manos se han aplicado de manera desigual puesto que la técnica así lo requiere.

En media horita la pintura ya está seca y podemos empezar a trabajar el decapé: pasamos lana de acero, de tamaño mediano, por aquellas zonas en las que queremos sacar el dorado, como son, las zonas de roce y las zonas más voluminosas. Con el espejo haremos los mismos pasos.

La verdad que el resultado era bueno, pero algo no terminaba de gustarnos, porque había un contraste fuerte entre el blanco y el dorado. Observándola dudabamos si nos habíamos equivocado en el tono del blanco, que era muy frio o que habíamos elegido una pintura mate y el dorado tenía brillo. Así que para solventar estos dos posibles errores pensé en varias opciones, un acabado con una veladura de barniz satinado y un toque de color,  o bien envejecer con una pátina y barnizar finalmente. Realizamos varias pruebas y finalmente lo que quedaba perfecto era un envejecido con  betún de Judea, pero en vez de aplicarlo líquido lo aplicamos muy diluido en una base cremosa, un truco de madre apañá, que ya os contaré algún día. Como resultado el blanco quedo envejecido, como amarillento del paso del tiempo.

Finalmente lo barnizamos todo con barniz satinado de base acuosa.

¡Otro trabajo terminado! El cambio ha sido sorprendente!!