Chaise longue: un mueble muy femenino

Ayer mientras leía este libro me topé con un párrafo curioso, que me ha llevado a leer más sobre esto y me ha parecido interesante hacer una entrada sobre el tema. Cito el párrafo textualmente:

“…En el siglo XVIII, como es sabido, la mujer fue adquiriendo un progresivo protagonismo en la sociedad francesa (recuérdese a Madame de Pompadour, y la determinante influencia ejercida por su fuerte personalidad). Pues bien, durante el reinado de Luis XV, vemos como la moda de las faldas amplias dio lugar a una ampliación de los asientos y al retranqueamiento de los brazos de las butacas para dar cabida a un nuevo atuendo femenino; cómo a favor de la mayor libertad de costumbres y actitudes sociales, que, entre otras cosas, llevo a la mujer a adoptar posturas más relajadas en la intimidad, se produjo el auge de la chaise-longue en todas sus gamas: no es casualidad que esa tipología (surgida durante el reinado anterior, pero que se generalizó entonces) permitiera estirar las piernas y ofrecer una pícara, incipiente visión del tobillo…” (Ordoñez,C. y Ordoñez,L.: “El Mueble: Conservación y Restauración”. Pág. 23. Editorial Nerea. 1997.)

Es extraño, pero la verdad que el Chaise-longue siempre había sido un mueble que llamaba mi atención, quizás uno de mis favoritos, en todas sus versiones a través del tiempo y supongo que esto también le ocurre a más de una mujer, porque no es la primera vez que escucho a una amiga decir, ¡ay me encanta ese mueble! Y claro, cómo no nos va a gustar si fue pensado para nosotras, para relajarnos y para mostrar nuestros encantos femeninos.

Sin embargo, si nos remontamos a época romana, vemos como los romanos ya tomaban esta postura recostada en los banquetes para cenar en compañía, de hecho cuando pensamos en ellos, nos viene a la cabeza la imagen del romano tumbado con las uvas en la mano y a su alrededor una selección de esclavos cada uno con una función determinada (leer más). Pero fijaos que en  Isidoro, XX, 11, 9 podemos leer que aunque los hombres comenzaron a acostarse para comer, las mujeres continuaban haciéndolo sentadas:

Entre los antiguos romanos no existía la costumbre de acostarse para comer. Más tarde, los hombres comenzaron a acostarse para comer, mientras que las mujeres continuaban haciéndolo sentadas ya que se consideraba una desvergüenza el que la mujer se tumbase”.

Si  es que… era demasiado bonito para ser verdad, un mueble pensado para nosotras.

Este mueble cae en el olvido durante centenares de años y no es hasta 1625 que aparece en Francia por primera vez, pensado para la convalecencia femenina (ahora si). Las clases altas buscan en el mueble la comodidad y la belleza, parece ser que las mujeres necesitan un sillón amplio y coqueto para estirar las piernas y lucir sus faldas y prendas con encajes y bordados típicos de la época.

Pero a pesar de los cambios que este mueble ha sufrido a lo largo de la historia, parece que los más cotizados por los coleccionistas son los de la época de Luis XV, los que mencionábamos al principio de la entrada.

Si queréis leer más sobre su historia os recomiendo este artículo (pdf) de la periodista Gala Diaz Curiel,  que encontré por la red y que esta bien ilustrado.